Ultimamente mis dìas se dividen tres, en cinco, en diez. Despierto agotada, sofocada y apurada para tomar el subte y combinar con otro tren, luego un colectivo, al llegar recién serán las nueve. Haré de madre, cocinera, enfermera, mucama, lo haré con todo el amor materno, también abriré las cortinas suavemente para que el sol despierte a mi hijo herido
Moriré en un breve instante de un cansancio atroz junto a mi niño, pero ya será tarde, no habrá demasiado tiempo para descansar.
Prepararé el desayuno y enseñaré inglés, también deberé luchar contra el televisor apagado para mantenerlo así durante el mayor tiempo posible. Entretener no es fàcil.
Seré payaso, actriz, purpurina. Pero al mirar el reloj el tiempo correrá y se hará la hora de improvisar un almuerzo fresco e instantàneo.
Prepararme, despedirme y subir al tren parecen ser mecanicismos típicos de un androide, pero soy yo que tengo que cambiar de roles, despersonificarme e ir a un lugar en el que solo soy una empleada, pero ni siquiera en castellano, un abstracto '' file number'' de seis dígitos (¿serán ellos los que me hacen sentir cada vez más como un robot ? ).
Tomaré el tren de nuevo, caminaré bajo el calor agobiante de las primeras horas de la tarde de verano para llegar a la oficina e intentaré hacer mi trabajo de la mejor manera. Solo así se puede vivir en un mundo tan vacío.
Cuando termine la jornada será el momento de volver a la estación, de tomar el tren una vez más para darle a mi hijo mis últimas energías y preparar todo para mañana, después de todo, recién es martes...