domingo, 7 de junio de 2015

Buscando al Gorrión Rojo - Una crítica sobre Pulp de Charles Bukowski

Acabo de terminar la que según muchos es la peor novela de Charles Bukowski y no puedo dejar de pensar en lo mucho que Nick Belane me hará falta durante las próximas noches. La crítica le ha reprochado al escritor la caricaturización de los héroes chandlerianos, la ironía de escribir sobre un Bogart gordo y borracho, el exceso de absurdos con marcianos incluídos pero ha descuidado a mi juicio varios recursos que hacen de esta una obra que si bien no es la mejor del autor, reboza una reconfortante madurez que se deja leer de a pequeños momentos y si uno presta la debida atención. 

Belane bien pertenece a Hollywood como podría hacerlo al barrio porteño de Constitución y eso lo hace un personaje fácil de trasladar a la realidad cotidiana de la ciudad donde te encuentres que no es poca cosa. Siempre he creído que cuando un escritor consigue hacer que tus ratones se pongan en movimiento allí arriba, ¡ya te ha pillado el culo! (como diría el vulgar detective).

Lo que más he llegado a valorar de este libro no es precisamente la sabiduría de Bukowski en llevar hasta el final semejante farsa, sino sus gloriosos "invervalos filosóficos", esos momentos en los que el texto respira y él lanza una aguda reflexión sobre la existencia humana. Creo que si me tomo el trabajo de compilar esos peldaños de aire que entrelazan las disparatadas hazañas de Belane, podría componer un fantástico poema sobre el caos de la vida. 

Al final Belane encuentra al Gorrión Rojo, algo que hasta la última página nos parece un absurdo y a la vez un imposible y es éste precisamente el momento más perfecto de todo el relato. Entonces, Bukowski deja de tomarnos el pelo y nos revela su versión surrealista de la historia íntima del alma humana. Si, se convierte en algo tan abarcativo como lo que menos estábamos esperando. A estas alturas Bukowski sabe cómo seducirnos y mantenernos en vilo durante toda una novela, pensando que nos va a decepcionar hasta el último momento, creyendo que nos vamos a encontrar con un gran fiasco como desenlace... pero no, el final no podría ser mejor.

Y así cerré las páginas de Pulp y le dije adiós a Jeannine Nitro, a la Señora Muerte y a Céline y me puse a ver una vez más El Halcón Maltés para honrar al género.