miércoles, 6 de junio de 2012

Celina


Son las 12.30hs de un día de semana, Celina y Pierre esperan a que se desocupe una mesa en la barra de una posada vasca de la Rue Cinq Diamants de Paris. Hace poco tiempo que están juntos, por eso él le dora la píldora diciéndole que es la mujer más bella del mundo y que nunca en la vida había conocido una mujer tan perfecta. Celina es un témpano porque sabe que su conducta vuelve loco a Pierre, él se siente cada vez más urgido de tener su aprobación, de satisfacerla, de ser el objeto de su deseo.
El lugar está repleto, dos camareras van y vienen y Celina se ha percatado de que hay una en particular que captó la atención de su partenaire. El no deja de mirarla mientras ella se pasea de un lado al otro llevando trastos sucios y botellas de agua para los clientes. La muchacha se parece a un retrato de Renoir, tiene el cabello rubio y opaco y la piel tan blanca como la leche, casi todo lo contrario a Celina que tiene un cutis dorado, pero no demasiado y el pelo negro y brilloso que cae sobre los hombros como una especie de Lauren Bacall de las Pampas.
El lugar está repleto, se escuchan ruidos de platos, cucharas, botellas, voces en todos los idiomas. El bartender les hace una seña, en el fondo unos turistas alemanes desocupan una mesa para dos. Celina se sienta y observa por un espejo como Pierre sigue cada movimiento de la camarera,  no ve en la chica la menor gracia ni atractivo y se siente segura de su sensualidad y belleza pero la perturba la situación. Le molesta enormemente el descaro de Pierre, pero no se lo dice, soporta minuto a minuto la farsa mientras mantiene una conversación superflua. Los atiende la otra mesera, les trae la carta pero ambos tuvieron tiempo de seleccionar el menú cuando estaban en la barra. Eligen la ensalada especial de la casa, una botella de agua y un vino tinto, nada extraordinario.
Celina nunca se aburre, su encanto es tal que en cuestión de segundos y sin hacer nada consigue captar la atención del barman. El tipo es alto, esbelto, calvo y muy masculino, tiene las cejas gruesas, una belleza española. De pronto él se acerca en dirección a la mesa donde la pareja está comiendo, toma una harmónica que uno de los clientes de al lado llevaba en la mano y toca la melodía de The good, the bad & the ugly mientras le guiña un ojo a Celina. Ella le sonríe, pero Pierre está tan ocupado comiendo la ensalada y persiguiendo con la vista a la camarera que no logra percibir la situación.
En su cabeza Celina conversa consigo misma, busca encajar a Pierre en algún estereotipo, sin sudas esta frente a un hombre infiel, compulsivo y posesivo. Mientras termina de comer lo observa con detenimiento, sus manos, sus gestos, su mirada. Él continúa en su pasatiempo, Celina quiere hablarle pero no sabe bien qué decir, él está demasiado distraído, embobado por la muchacha regordeta que va y viene con las botellas. Finalmente encuentra algo. 
-No crees que existe un standard de belleza que a todos nos fascina?, me refiero a un determinado tipo de persona que te gusta y que es la misma que vez en todos lados, en cualquier rincón del mundo. Una misma nuca, un mismo color de piel, un mismo corte de cabello, solo que con ojos diferentes.-
-¿ De qué hablas?-
-Me refiero a que hay un tipo de hombre que me gusta y que es el mismo hombre que veo caminar por Paris, por Nueva York, por Buenos Aires, el mismo tipo , que es físicamente idéntico y que me da la sensación de encontrarlo en cualquier ciudad del mundo.-  
-¿Ese hombre es como yo?-  
-No precisamente, bueno, estoy hablando de un tipo de belleza no de alguien en particular. ¿Vos no tenés un ideal de belleza femenino?- 
-Por supuesto, ¡sos vos!-
-Basta Pierre, ya no te soporto, te estoy hablando en serio.-
-Pero, te digo la verdad.- 
-Ok. -
(Silencio)
Se siente un poco culpable de haber dicho aquello, pero no quiere sentirse amenazada por ningún sentimiento romántico.
Terminan de comer, la camarera se acerca para saber si van a ordenar un postre, pero ambos se deciden por un café. El clima está tenso, Celina le dice a Pierre que saldrá a fumar mientras preparan el Ristretto.
Sale a la calle, el barman está allí saboreando un pitillo. No dicen una palabra, solo se miran, él la toma por la cintura y la besa apasionadamente, la aprieta, ella puede sentir su sexo rígido, toma su pija para comprobar qué tan dura está, la aprieta y lo vuelve a besar.  Después de unos minutos ella se aparta y enciende su cigarro, no desea nada más que fumar y volver a entrar para no despertar sospechas. Cuando entra se dirige al baño que está detrás del salón contiguo donde Pierre no puede verla, un español sentado con un grupo de amigos le dice “guapa”, ella le responde –gracias- va directo hacia él y le lame la boca y se va. El tipo se queda pasmado. Celina entra al toilette con la moral  un poco más fuerte, ahora sí vuelve a ser ella misma. Se sienta en el inodoro y le entran ganas de cagar, entonces  se acuerda del Marques de Sade y se le ocurre una idea genial. Toma un trozo de papel y caga sobre él, el excremento es duro, oscuro, pequeño, perfecto. Lo envuelve, lo apoya sobre el lavabo se enjuaga las manos y se retoca el maquillaje. Toma el paquetito y vuelve a la mesa.
Cuando llega ve a Pierre hablando de cerca con la camarera rubia, la está chamuyando mientras ella le sirve el café. Celina la mira con odio, se sienta, y la chica se va de inmediato. 
- Dit moi Pierre, ¿me amas?- dice Celina con una sonnrisa.
- Claro que sí, sabes que eres la mujer más hermosa del mundo y que haría cualquier cosa por ti.  
-¿De verdad?, cualquier cosa?-  
-Por supuesto mi amor.-  
-Entonces tengo que comprobarlo.-
      Celina toma el paquete que escondió en su asiento y lo pone sobre la mesa.   
-¿Qué es esto?-
-      Es una sorpresa, quiero que hagas de cuenta que es un gâteau au chocolat y que te lo comas mientras tomas el café, quiero que lo hagas con placer para que nadie se dé cuenta y que me digas que te encanta porque es mío y porque me amas más que nadie.-
Pierre abre el papel, no puede creer la perversidad de Celina. Toma un sorbo de café, mira el trozo de excremento, levanta los ojos hacia ella y se mete un pedazo a la boca, mastica, quiere levantar la taza para tomar otro sorbo de café pero Celina le dice que no, lo traga, sigue comiendo hasta que lo termina. Ella esboza una sonrisa, disfruta el momento, se regocija pensando que Pierre es un cerdo y que ella finalmente lo ha domado. No puede evitarlo suelta una carcajada y todos empiezan a mirarla, se ríe cada vez más fuerte.